«125 años de Mahou. Historia de una dinastía cervecera», tres años de investigación (II)
En estas fechas, ya había probado casi todas las variedades cerveceras elaboradas por Mahou. Además, contaba con nociones históricas relativamente sólidas, que me permitían conocer y ubicar los contenidos de cada documento en su correspondiente en su correspondiente contexto.
También tenía identificados a casi todos los miembros de cada rama de Mahou (tanto cerveceros, como en otras profesiones), y muy especialmente a aquellos cuyos nombres y dos apellidos coincidían. Sabía ya quienes eran unos y otros, y a qué se habían dedicado. Mi escritorio rebosaba carpetas con documentos, fotografías y recortes de prensa sobre cada uno de ellos.
Me resultaba imposible cumplir de forma plenamente satisfactoria mi cometido en dos años. El tiempo se acababa. No sin cortapisas, conseguí renovar mi contrato por un tercer año. Entendí que informar a Mahou sobre cada una de las gestiones que realizaba podía resultar tedioso, y decidí hacerlo sólo sobre aquellas en que obtuviera resultados. La información seguía llegando, y con dificultad -a veces con algunas lagunas informativas- veía cómo iba avanzando hacia los “125 años de Mahou: Historia de una dinastía cervecera”.
PISTAS EN UNA NOVELA, IDENTIFICACIÓN DE ROSTROS EN FOTOS, “LA ISABELA” Y “EVITA” DOS MINISERIES DE RTVE, BUSCANDO MATERIAL EN EL RASTRO, HALLAZGO EN EL ARCHIVO PROVINCIAL DE HUELVA, ESTUDIANDO HISTORIA COLONIAL, DESAPARICIÓN DE MAHOU EN JACOMETREZO, SUEÑO DE UN INVESTIGADOR (AMANIEL VERSUS GRAN VÍA), UN VIAJE A CUENCA QUE ME LLEVÓ A ALBACETE, TRES FÁBRICAS “HIJOS DE C. MAHOU”, HISTORIA DE MUCHAS HISTORIAS, CONSTANTES “RETROCESOS”,Y DOS MAGNÍFICOS ARCHIVOS DIGITALES
Datos muy importantes encontré en “Los Pozos de la Nieve”, de Berta Vías Mahou. A través de esta novela, con los nombres de los protagonistas cambiados, averigüé la descendencia y trayectoria anterior del maestro cervecero Konrad Stauffer y los avatares de varios Mahous (a quienes, con los datos biográficos que disponía, doté de su correspondiente identidad) durante la Guerra Civil. También supe que la fábrica (propiedad de las Comendadoras de Santiago, hasta la Desamortización de Mendizábal y comunicada subterráneamente con este convento) estaba emplazada sobre estas construcciones destinadas a almacenar el hielo de las nevadas para usos industriales.
Mi especial gratitud a Antonio Mahou Pérez (y familia) y a Enrique Mahou Stauffer, descendientes de esta saga, quienes optaron por otros derroteros, y han puesto -siguen haciéndolo- todo su esfuerzo en ayudarme para esta reconstrucción histórica. También a Casilda Mahou Ussía. Aunque Berta Vías Mahou no quiso colaborar, también gracias a ella, por las numerosas pistas que me proporcionó su libro. No puedo olvidar a Gregorio García Luján “Goro” y José Ámbite Municio, quienes salvaron su vida gracias a un Mahou; y a Ramón Galloso, jubilado de Mahou. Muchas gracias a todos ellos.
Con María del Carmen Mahou Vera y su nieto Rubén Irazabal Mahou, conversé por teléfono, y por razones personales y familiarmente tristes declinaron su colaboración. No podría concluir estas líneas sin dar las gracias a Jacinta Palerm Viqueira (México) por los datos que me brindó.
A nivel empresarial, vaya mi mayor consideración y respeto -y para alguno también mi cariño- a Virginia Mahou de Vilches, a sus tres hijos (José Antonio, Alfredo y Fátima) y a su nieto (hijo de ésta última) José Togores Mahou. También a Francisco Javier López del Hierro y Ana Francisca Gervás Hierro, a Eduardo Petrossi (Consejero Delegado), a Juan Bravo Casado (Abogado), José Águila Álvarez (Director de Comunicación Externa de Mahou), María Prieto Bengoechea (Prensa fábrica de Alovera), Alberto Velasco Alonso (Director de Comunicación Externa y Relaciones Institucionales), David Mateos Sánchez (Archivo Histórico Mahou) y Alejandro Sanchís Pastor (Becario Digitalización Fondos Mahou CAM).
Muy interesante fue la obtención de documentos, tampones, libros, etc… sobre la fábrica de hielo y cervezas Hijos de C. Mahou en Gibraleón (Huelva). Los encontré en el Rastro madrileño, el Archivo Regional de la CAM (contabilidad de las fábricas) y el Archivo Histórico Provincial de Huelva. Desde aquí mi gratitud, al archivero onubense Francisco Grajal.
Hipótesis y especulaciones atribuían su clausura a la contaminación del río Odiel. Nada que objetar, aunque Mahou contaba con una potente depuradora. Pero, más graves para sus intereses empresariales, resultaron los acontecimientos y guerras coloniales con los territorios españoles en el norte de África. Pero, para poder sostener esta hipótesis, había que estudiar historia. Gracias a Eduardo Sastre Gómez (Archivero de la Filmoteca Española).
También en NODO existen imágenes familiares filmadas por un empresario en un restaurante de Fuentelarreina (año 1935), donde se escucha la voz de un Mahou. Pese a concluir mi compromiso, continúan mis trámites para obtenerlas.
Dos series de RTVE, cobraron gran importancia en mi investigación. Viendo “La memoria del agua ”, recordé que había leído en un periódico, que un fundador de la cervecera se había tratado de reumatismo y alojado en ese exclusivo Balneario y Real Sitio de “La Isabela” en la provincia de Guadalajara. Luego el lugar sería frecuentado por su sobrino, también cervecero.
Además, una Mahou me dijo que el gobierno argentino ayudó mucho tras la guerra civil y que cuando salía un barco con cereales, su padre le decía que fuera a rezar para que llegara con éxito a puerto español. De este modo, llegué al aislamiento internacional tras la implantación del franquismo, el excedente cerealístico de Argentina y su oportunidad para vender a un país que durante su posguerra pasaba hambre y estaba totalmente desolado. Entendí que la visita a España realizada en 1947 por Eva Duarte, tuvo bastante que ver con esos contratos bilaterales, en que el gobierno de Juan Domingo Perón nos enviaba cereales, a cambio de barcos de guerra y armamento. Una vez más, RTVE emitió otra miniserie “Carta a Eva ”, cuyos capítulos seguí con la máxima expectación.
En el Archivo General de la Administración (AGA) en Alcalá de Henares, pude obtener un par de imágenes realizadas por el prestigioso fotógrafo Alfonso, del enlace matrimonial de un Mahou y otros tres de una violenta huelga general en las puertas de la fábrica. También bastantes documentos del Sindicato de la Vid, Cerveza y Bebidas, que presidió muchos años ese mismo Mahou. Quedaron muchos (la mayoría) legajos sin consultar, pero no había tiempo. La tranquilidad y falta de sometimiento a plazos, me permitirá reiniciar y retomar este trabajo pendiente, para reincorporarlo a mi libro: “125 años de Mahou. Historia de una dinastía cervecera”.
Como ya he comentado fui tirando de cuantos flecos podía. Y aprendiendo y entendiendo muchos acontecimientos de nuestra historia reciente. He intentado -y estoy seguro que he conseguido- “hilar bastante fino”. En la Fundación Colegio de Arquitectos y Aparejadores de Madrid (FUCOAM) obtuve fotos, planos y documentos, sobre las diferentes fases y costes de la Fábrica Mahou de Amaniel y también sobre la del Paseo Imperial. En el primer caso me di cuenta que los reputados arquitectos de Amaniel tenían cargos en el Ayuntamiento de Madrid. Pero, lo más importante no fue eso. En todos los carteles y propaganda de la empresa (hasta el año 1917), constaba un depósito central en la calle Jacometrezo. Había que descubrir su procedencia, adquisición, destino otorgado por las fábricas y cuál de los hermanos Mahou fundadores se ocupaba del mismo.
Conseguí permiso en el Registro de la Propiedad. Mi objetivo era iniciar una investigación dando marcha atrás: es decir partiendo de los actuales propietarios de Jacometrezo, hasta retroceder al año 1916 donde debería aparecer algún Mahou. Fueron cinco días intensos y agotadores, tomando notas que no me condujeron a ninguna parte. Ese mismo fin de semana, tuve un extraño sueño, que me llevó a saltar de la cama en plena madrugada. Cruzando datos mentalmente, descubrí que los arquitectos de la fábrica de Amaniel, eran los mismos que habían diseñado la segunda y tercera fase para la construcción de la Gran Vía. Y nuevamente, hice ¡bingo!.
También averigüe que pocos números después, en la misma calle existía un próspero almacén de coloniales (Juan de la Fuente), cuyas intensas relaciones comerciales con los industriales derivaron -también- en el matrimonio de un Casimiro Mahou (hubo cuatro en la saga de idéntico nombre y primer apellido) con la hija mayor de este industrial.
A finales de 1916 dichos inmuebles dejaron existir sin que nadie (al menos en la cervecera) supiera los motivos. Había que seguir indagando, y recordé que se habían celebrado en Madrid varios actos conmemorativos sobre la construcción de la Gran Vía. Busqué planos, y otra vez di en el blanco. Los dos almacenes referidos fueron expropiados por el Ayuntamiento de Madrid para construir el segundo tramo de tan importante artería madrileña, y derribados en septiembre de 1917 para realizar tan magna obra.
Mientras, hubo dos meses de intermedio. En febrero de 2011, Mahou-San Miguel adquirió el Balneario y Aguas Solán de Cabras, en Beteta (Cuenca). Y desde el Dircom me indicaron comprar documentos, libros, fotos y botellas, etc… Puse en marcha toda mi maquinaria entre coleccionistas, anticuarios, libreros, etc… Se me encargo buscar un documento muy antiguo, que durante un mes me llevó del Archivo Histórico Nacional (CSIC), al Archivo Histórico del Palacio Real de Madrid, pasando por el Archivo Histórico del Senado, etc… sin obtener resultados. También viajé a Cuenca donde me cité -a primera hora de la mañana- con sus responsables, en la Comunidad de Castilla La Mancha. Pretendía obtener -y las obtuve- fotos, planos, escrituras de anteriores propietarios, publicaciones, etc… Recalco lo de “primera hora de la mañana” porque salí de Madrid a las 7,30 horas y esperaba llegar antes de las 9 horas. Pero no fue así. Durante el trayecto en tren, una chica me interrumpió para decirme que ocupaba su plaza. Lo negué categóricamente, mostrándole la numeración de mi billete. Cuarto de hora después apareció con el revisor, quien me pido el ticket y me preguntó sobre mi destino (Cuenca). Efectivamente, el asiento reseñado en ambos billetes era el mismo. Pero no había sido un error de Renfe, sino mío. Estaba tan cansado y agotado que había sobrepasado mi parada y andaba ya camino de Albacete. Me bajé en esta ciudad y tuve que esperar más de una hora y media para encontrar un tren que viajara en sentido contrario. Finalmente, llegué a Cuenca (Junta de Castilla La Mancha) casi a la hora de la salida.
Tras comunicar telefónicamente mi avatar dos funcionarios me esperaron y me prepararon sobre una mesa, cuanta información disponían de Solán de Cabras, que fui fotografiando y fotocopiando, aunque tampoco encontré el antiguo documento que me había sido encargado por el Dircom. No obstante, regresé con diversas postales, folletos, libros, fotos, planos, etc… y material de época que encontré en una librería anticuaria cercana a la estación de Renfe, a los que sumé papeles y botellas curiosas adquiridas en portales de coleccionismo, etc… Un material que entregué a mis -en ese instante- dos interlocutores en la compañía: Alberto Velasco y David Mateos.
Para confeccionar esta obra la información ha ido surgiendo a borbotones y obviamente desordenada. Según el estado anímico y mental del día recurría a unas u otras fuentes. Ha habido que estudiar cada momento histórico, cada alcalde de Madrid y su política en la villa, impuestos, aranceles de importación establecidos por cada gobierno, reivindicaciones patronales, condiciones de alcantarillado, salubridad, sanitarias, eléctricas, etc… Periodos de epidemias y pobreza, etc…
La historia de Mahou es también la historia de Madrid, de España y en bastante medida de Europa. Desde su llegada a nuestro país, la familia siempre estuvo en los estamentos más altos de la aristocracia española.
Muchas veces, se producían repentinos paros en el relato, porque necesitaba comprender acontecimientos y razonar las distintas actuaciones y comportamientos en las industrias emplazadas en Amaniel 29: “El Arco Iris” (pinturas) y “El Polo Norte” (hielo) que el 30 de octubre de 1889 dieron origen a Sociedad Regular Colectiva (SRC) Hijos de Casimiro Mahou y posteriormente “El Barril” (cerveza). Quería saber qué labor desempeñaba cada uno de los hermanos Mahou fundadores en cada fábrica. Y lo conseguí.
Cuando un Mahou me dijo: “escríbeme la historia de mis antepasados y familia….”, me lo tomé totalmente a pecho. En algún encuentro, le comenté con ironía: “es que eran como Dios: ¡Estaban en todas partes!”. La historia de Mahou no es sólo la de tres fábricas (y la de quienes tomaron otros caminos), sino también un prestigioso laboratorio fotográfico (Alfredo Mahou y Solana), un Club Cultural y Deportivo, un equipo de futbol y una agrupación ciclista, un Montepío para ayudar a los trabajadores, un grupo de teatro integrado por empleados y familiares, la financiación de viviendas baratas para obreros, una escuela para hijos de empleados, un propietario que cedió sus acciones a los trabajadores para crear una cooperativa, una colonia de niños refugiados durante la guerra, y un largo -muy largo- etcétera.
Ya había aportado algunos borradores a Alberto Velasco (Director Externa de Mahou), David Mateos (Archivo Histórico de Mahou) y -después- a Alejandro Sanchís (Becario Digitalización Archivo Mahou CAM), y también a Mahou (amigo y ahora también mi jefe) -unos seis capítulos- cuando recalé que “en casa del herrero, cuchillo de palo”. Había indagado en cantidad de archivos y reconstruido una historia, pero había olvidado buscar en hemerotecas.
Las diferentes épocas y empresas familiares necesariamente debían haber reportado artículos y reportajes en los medios. De este modo, descubrí la digitalización de los fondos de la Hemeroteca Nacional y del Archivo de Prensa Histórica del Ministerio de Cultura. Más de ciento cincuenta mil registros con la palabra Mahou, que fui examinando, leyendo y extractando -uno por uno- concienzudamente.
Pero, en ambos casos, ¡faltaban, los años de la Guerra Civil! y tuve que recurrir a una exposición de portadas que en septiembre de 2006 se realizó en la Casa de América, localizando al propietario de esta peculiar colección periodística en Suiza. Gracias a su ayuda y a su web, pude rehacer algunos periodos de tan luctuosos acontecimientos. También use un libro de carteles editado por la Fundación Pablo Iglesias y diversas publicaciones de Falange.
Muy importantes fueron las memorias de la Cámara de Industria de Madrid y del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, Industria y Navegación, donde la familia tuvo un papel protagonista durante muchos años. Tanto que fue un Mahou quien adquirió el Palacio de Santoña para convertirlo en su nueva sede. Pasé casi dos meses indagando en su Biblioteca y Archivo, donde obtuve copia de todas las Memorias durante los mandatos de Mahou. María José Méndez Cachot (Bibliotecaria de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Madrid), me localizó diversos datos de los dos Mahous (padre e hijo) y del Gervás, que durante muchos años lideraron la institución, y me proporcionó un voluminoso libro editado con motivo de su centenario. Para ella, también mi más sincero agradecimiento.
UN TRIENIO DE INTENSA INVESTIGACIÓN, FIN DE CONTRATO (PERO… LA HISTORIA CONTINÚA), GRACIAS A TANTOS ARCHIVEROS, UN CURIOSO LIENZO, VACACIONES EN TERUEL “CON MAHOU”, RECOMENDACIÓN MÉDICA PARA “DESCONECTAR”, MAHOUS “EN TODAS PARTES”, ENTREVISTAS CON LA PLANA MAYOR, E IMPORTANTES APORTES “DE ÉPOCA” PARA UN ARCHIVO HISTÓRICO
Aunque los dos autores del único libro editado -que mayoritariamente reproduce cuadros, cifras y estadísticas de los Fondos Mahou de la CAM necesitaron tres años (según indican ellos mismos), me planteé hacer -primero en dos años (y uno más después)- algo distinto. Mi idea siempre ha sido realizar un texto accesible e interesante a todo tipo de lectores, y el aludido está muy enfocado a economistas. Eso sí: con mucha información y nada de opinión. En ocasiones me preguntaban “¿cuántas páginas llevas?” y respondía que «ni idea». Soy una persona de letras, y me importa un pepino el número de cuartillas o folios escritos. Tan sólo persigo las mejores explicaciones y la máxima información y calidad en mis textos. Un libro no se mide por su volumen ni por su peso, sino por su contenido. A veces, se producían lagunas históricas que me forzaban a parar la redacción, y realizar nuevas búsquedas.
Mi compromiso inicial con la compañía fue por un bienio. Pero mi escritorio rebosaba -rebosa- carpetas de toda índole sobre unos u otros Mahou. Además, continuaban llegando noticias relevantes desde entidades enclavadas -incluso- en la Lorena francesa. No era suficiente. Y logré (no sin cortapisas internos) renovar un tercer año.
Durante el verano de 2013 logré reconstruir un difícil, comprometido (y apasionante) periodo de nuestra historia reciente: la Guerra Civil. Quería hacer el mejor trabajo, con la mayor delicadeza e imparcialidad, y pensaba que no iba a ser capaz de llegar al final. Pocas fechas antes de concluir esta carrera contra reloj todavía me llegaban datos del Archivo Nacional de Cataluña, fechas para el árbol genealógico, estatutos de la Mutua Madrileña Automovilística durante la presidencia de Mahou, etc…
Aún espero que me traduzcan del francés el testamento de Nicolás Mahou y Anne Birhans, padres del fundador. La historia es la que es, y está ahí. Con lo que cuesta encontrar fuentes y campear la burocracia; y con el esfuerzo que supone adentrarse en cada etapa histórica, sumado a tan fascinante -y desconocida- historia, no voy a frenar un periplo empresarial tan cautivador. Mientras continúen apareciendo fragmentos históricos ocultos, estaré ahí, recogiéndolos para brindárselos a la familia y (si ellos me lo permiten) también a mis lectores. Los contratos concluyen, pero mi vocación periodística e histórica no tiene caducidad.
Me siento muy contento y orgulloso de ser el mejor sabedor y principal referente histórico en España sobre esta familia de empresarios e industriales. Conozco al milímetro todos los documentos y su ubicación, historias personales de cada uno, imágenes, legajos, enlaces, fuentes, protocolos de acceso a archivos (y archiveros), etc…
Durante tres años he vivido dedicado plenamente “a la cerveza”. Muy importantes fueron los documentos notariales que me facilitó el Departamento Jurídico de Mahou, a los que pude “sumar” otros muchos -más lejanos en el tiempo-, custodiados en el magnífico Archivo de Protocolos de la CAM. Mi especial gratitud para su Directora Teresa Díez de los Ríos.
Fueron fascinantes los tres días completos que permanecí trabajando en el Centro Documental de la Memoria Histórica (Salamanca). Antonio González Quintana (Subdirector General de Archivos de la CAM, y ex director del archivo salmantino) me proporcionó interesantes referencias (Fondo Masonería) que me permitieron mejorar mis hallazgos documentales en esa institución. Durante las pausas, aproveché para “sacar” otros documentos sobre Antonio Machado, Max Auxb, y Valdelinares (Teruel). Gracias por su ayuda, a José Luis Hernández y a Víctor García Herrero (Servicio de Referencias del Centro Documental de la Memoria Histórica).
Mi retorno a esta institución me llevó a reseñar -y encontrar- un libro sobre Matilde Landa, activista de la república (cuñada de un Mahou), donde se mencionaba en varios capítulos al cervecero. Esta obra la cedí al Archivo Histórico de la entidad.
El Archivo de la Memoria Histórica en Salamanca también me reportó papeles sobre uno de los propietarios de la fábrica. Con ellos y un par de reseñas periodísticas localicé a dos niños de la guerra, discípulos suyos, quienes me entregaron varias fotos, un excepcional documento y sus recuerdos. También hallé a dos hijas (una falleció en Murcia durante mi investigación) y un nieto suyo en Madrid, quienes declinaron hablar sobre esta etapa. Además, localicé datos en la Fundación Pablo Iglesias y en el Archivo Nacional de la Nación de México.
También indagué en el Archivo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (donde pese las orientaciones y ayuda de su archivera, no encontré los vínculos que buscaba entre el Premio Nobel Jacinto Benavente, los estudios cinematográficos CEA y Mahou). Pero, fueron cinco días idílicos hurgando entre sus fondos y correspondencia. Al final estos documentos aparecieron en el Registro Mercantil de Madrid.
Del Archivo Histórico de Mahou obtuve la licencia municipal para la construcción de la maltería en Santa Cruz de Marcenado, algunos recortes de periódicos y un par de libros contables (uno vacío). También había muchas participaciones accionariales en sociedades (carentes de interés) y algún estudio sobre viabilidad para construir viviendas destinadas a obreros. Recuerdo haberme traído cuatro bolsas de plástico con sus documentos, rescatando menos de un centenar (dos partidas de nacimiento, bitácora del maestro cervecero Konrad Stauffer (su abuelo), despedida empresarial de su hijo Julio y recomendación para otras fábricas, gravámenes municipales, etc…). Y a través de la Dirección de Comunicación, logré entrevistar a todos los propietarios de la entidad alimentaria.
A los Mahou que tomaron otros derroteros, los localicé a través de Facebook, Ministerio de Asuntos Exteriores y guías telefónicas. Enrique Mahou Stauffer (diplomático) me proporcionó fotos suyas, de sus abuelos y de sus padres, así como cuatro folios manuscritos recordando el semblante de Konrad Stauffer, verdadero artífice de la fábrica de cervezas Mahou.
Antonio Pérez Mahou, también reportó fotos de sus padres y familia, y juntos pusimos nombre a diversas imágenes realizadas por el prestigioso retratista Alfredo Mahou y Solana (Almayso), uno de los cuatro hijos de Casimiro Mahou, de quien descienden los propietarios actuales. Unas instalaciones donde funcionaron simultáneamente tres fábricas al vapor (pinturas, hielo y cervezas) y un estudio fotográfico. De las dos primeras generaciones, destacar los dos grandes cerveceros por antonomasia: Luis Mahou y Solana y su sobrino Casimiro Mahou y García.
También hubo que indagar en las memorias del Banco Industrial y Mercantil, Mutua Madrileña Automovilística, estudios cinematográficos CEA, Sociedad Española de Fomento del Lúpulo, Empresa Nacional Bazán, Azucarera Española, ONCE, Asociación de Cerveceros de España, Fincas de Caza, ganaderías y negocios agrícolas en diferentes provincias (Ministerio de Agricultura), Aluminio Ibérico, sicavs y un largo etcétera de sociedades mercantiles cuyos promotores y máximos accionistas fueron -y son- la familia Mahou.
Mi fascinación periodística por contarlo todo -lo más detalladamente posible-, me llevaba continuamente de un lado para otro. Apenas quedaban dos meses para concluir mi compromiso, y en lugar de seguir avanzando el relato, aún estaba gestionando datos en el Archivo Nacional de Cataluña.
Ha sido un tiempo en el que olvidaba mis citas médicas (con la reprimenda de estos especialistas) pero jamás las entrevistas y compromisos fijados que me permitieran venirme con un puñado de datos y cubrir algunas etapas y lagunas en mi relato. Esta dejadez sobre mi salud, me está pasando factura. Pero, tenía poco tiempo y mucho trabajo por delante.
Llegado a un lienzo pintado en 1920 por José Gutiérrez Solana: “La tertulia del Café Pombo”, emblemático para Mahou por aparecer una botella de su cerveza en la mesa entre Ramón Gómez de la Serna y demás intelectuales, descubrí el tremendo azar de su existencia. Me puse a leer todo cuanto encontré sobre el cuadro, sorprendiéndome que el autor hubiera sobrepintado esa obra, ya que su primer cuadro en vertical representaba un altar y una cripta, y sobre él en horizontal, repintó la actual escena literaria. Esto me llevó a la generación del 98 y a la participación de algún Mahou en esos encuentros literarios y políticos, que clamaban contra unos poderes bastante corruptos y contradictorios.
Tras un trienio, estoy convencido que soy la persona con más información, documentación y fuentes sobre la familia Mahou, todas sus generaciones, participaciones, empresas y avatares de cada uno. Conozco su historia.
Recuerdo que durante el segundo año me fui de vacaciones estivales al pueblo más alto de España (Valdelinares) con seis carpetas llenas de protocolos notariales, que tras cada almuerzo -durante 20 días- iba incorporando a mi portátil, “escondido” en el Ayuntamiento de ese bonito pueblo turolense. Debía regresar con todo ese material procesado. ¡Y lo conseguí!.
Durante el último trayecto, mis médicos me obligaron a descansar mentalmente 15 días. Mi familia debía conseguir llevarme a cualquier lugar sin que en mi equipaje portara ningún documento de Mahou. Al final lo lograron, y durante una semana veraneé en Gandía sin portar papel o libro alguno entre mis pertenencias. Como me sentía bastante vacío, todos los días me iba a comprar dos periódicos de diferentes tendencias, para ponerme al día en -eso que llaman: “¡actualidad!”.
Que durante el estallido de la Guerra Civil, de los cuatro dueños de las fábricas, dos se llamasen Casimiro Mahou (con ideologías políticas opuestas), generó múltiples errores en el libro de Constanza Laguna y José Luis García Ruiz. Atribuyendo esa propiedad y toda la política empresarial a la misma persona. Ambos, tuvieron un destacado protagonismo: ¡pero cada uno el suyo!.
No ha habido ni “camaradas” ni “compañeros”, ni «años de la victoría» ni «años triunfales», sino leales a la República y sublevados. Tampoco “nacionales” ni “rojos”, ni demás soflamas partidistas. Mi papel ha sido sólo el de historiador y periodista, intentando eludir cualquier opinión.
He obviado los tradicionales “dones” que suelen anteceder a los nombres de los patrones, para hacerlos más cercanos con sus trabajadores y mis futuros lectores.
Permanentemente ha habido que utilizar un diccionario de sinónimos, porque las mismas palabras se repetían reiteradamente. Había que contar lo mismo: “una fábrica, una vida empresarial, un acontecimiento cotidiano”, de todas las diferentes formas posibles.
Gracias a Nieves Sobrino (Directora del Archivo Regional de la CAM), María Belén Duque, María Inmaculada del Campo, y restantes archiveros de la CAM, que en todo momento me han brindado su mejor y más eficiente ayuda. También al personal de apoyo y control (Juan y Nuria) por sus facilidades y permanente amabilidad.
Los contratos terminan, pero las investigaciones apasionantes no. Cuando empiezo algo -y me gusta- nunca lo paro. Tras la primera edición de muchas obras, siempre suele salir una segunda “corregida y aumentada”.
En todo momento Mahou me ha apoyado, ayudado y dotado de medios para culminar este trabajo. Pienso que crear un Archivo Histórico -y un futuro museo-en la empresa es un cometido importante. Ha habido que convencer a propietarios para que no destruyan sus documentos y los guarden para el futuro. Fue éste, uno de los imperativos que lancé -durante mi conferencia- en el Archivo Regional de la CAM.
CREACIÓN DE PUESTOS DE TRABAJO, MOTIVACIÓN Y LEALTAD, DISCRETA PLANA MAYOR, ARCHIVOS PENDIENTES, UN AMPLIO MANÚSCRITO, REFERENTE PERIODÍSTICO Y DOCUMENTAL SOBRE LA DINASTÍA MAHOU, EXCURSIÓN CULTURAL A LA FÁBRICA DE ALOVERA, Y GRACIAS A TODOS: ¡MUCHAS GRACIAS A MAHOU!
Como en todas las empresas Mahou ha tenido éxitos y fracasos, luces y sombras, ha habido quienes han actuado con muy buena fe y generales expectativas de futuro, y otros que lo han hecho atendiendo a intereses más individuales y espurios. Todos, dentro de unas circunstancias sociopolíticas determinadas por cada momento histórico.
La historia de Mahou es la de una familia acomodada, que podría haber vivido del cuento. Sin embargo, decidió formarse e invertir en la industria, convirtiendo un pequeño proyecto en una compañía líder, creando varios miles de puestos de trabajo y riqueza para el país. Mahou-San Miguel es un ejemplo palpable de empresa privada, que motiva a sus obreros con excelentes remuneraciones y a cambio éstos responden con lealtad y dedicación. Permitirme saltarme mi “cláusula de confidencialidad” para contaros una anécdota sobre una huelga en la fábricas, pidiendo subida de salarios. Cuando los periodistas que cubrían, conocieron las cifras que cobraban los “amotinados” (muy superiores a las suyas y resto del sector), dejaron de informar sobre ese conflicto.
A título anecdótico, contar a mis lectores que cuando fui a entrevistar a mi amigo Mahou en la propia empresa, más que un decorado informativo y periodístico, parecía que le llevaba a un auténtico “ejercicio de tortura”: estaba francamente nervioso. La persona a quien me refiero es alguien tan honesto, como tímido y generoso. Considero mi deber y obligación, transmitirle mis más sinceras y emotivas gracias. A él le debo lo mejor de mi trayectoria periodística y por eso cuenta con mi más absoluta consideración y cariño.
Desde estas líneas quiero agradecerle haberse plegado a mis exigencias (incluso haberme indicado una asignación mensual superior a la que le pedí), permitiéndome realizar un trabajo sin censura ni cortapisas (aunque en el camino hubiera alguna zancadilla). Puedo asegurar que he escrito lo que he querido, y como he querido. Mejor dicho, he aportado todo lo que he podido, hilvanando historias y creando un decorado (cinematográfico) totalmente real, mediante todo tipo de documentos, acontecimientos y anécdotas.
Más de 150 años pasando por el Reinado de Isabel II, Sexenio Democrático, Reinado de Amadeo de Saboya, Primera República Española, Restauración borbónica, Primera Guerra Mundial, Dictadura de Primo de Rivera, Segunda República Española, Guerra Civil Española, Dictadura de Franco, Transición a la democracia y Reinado de Juan Carlos I. Durante estas etapas, Mahou siempre estuvo cerca del poder (a veces contra él), liderando la patronal para defender los intereses de la industria española.
Han quedado varios archivos por analizar detalladamente (AGA en Alcalá de Henares, donde está el Fondo del Sindicato de la Vid, o el Archivo Nacional de Cataluña que custodia el fondo documental Carmen López Landa, exiliada en México). Estoy convencido que ambas entidades guardan aún mucha historia de dos Mahous (tío y sobrino) políticamente antagónicos, que habrá que ir consultando. Diferentes formas de pensar, pero -siempre- un objetivo común y concreto: crecer empresarialmente y potenciar la riqueza de nuestro país, fomentando la calidad de sus productos y haciéndose cada vez más competitivos en todos los mercados nacionales e internacionales.
Actualmente, Mahou camina ya por su octava generación. Aquel boceto de árbol genealógico sin fechas ni datos, que apenas ocupaba un folio, hoy abarca una superficie superior a los tres metros de longitud, y de apenas una veintena de Mahous ha crecido a más de ciento cincuenta descendientes de los fundadores, con fechas y parejas (algunos contrajeron nupcias dos y tres veces, alumbrando hijos en todos sus matrimonios).
Considero que el resultado compendiado en 303 folios (A4) escritos en Arial 10 e interlineado sencillo, salvo sus más de mil quinientas citas, redactadas en Arial 8 con idéntico espaciado, debe ser ampliado primero, pulido después, y resumido por último. Y así ha de ser. Aunque alguien pueda no entenderlo, concluir un pacto, no significa abandonar una investigación, ni dejar de buscar una mejor comprensión de la historia. y una redacción más escueta de una obra.
Imposible abandonar. Mucho menos, cuando a lo largo de un trienio he conseguido elaborar -y elaborarme- un retrato mental de cada protagonista que me permite conocer sobre cual Mahou trata cada información, aunque su nombre y apellido sea el mismo que el de otros, o simplemente sea citado por su histórico apellido. Valorar lo que he aprendido durante esta etapa y los numerosos libros que he tenido que leer, no tiene precio.
Muchas historias personales, para ensamblar en una historia colectiva de la “misma” razón social: “El Arco Iris”, “El Polo Norte”, “Viuda e Hijos de C. Mahou”, “Hijos de C. Mahou” “Mahou S. A.”, “Grupo Mahou-San Miguel” y “Mahou-San Miguel”.
Tan mítico apellido ya es mucho más que una compañía cervecera. Se trata de un grupo alimentario propietario de Mahou, San Miguel, Alhambra, Reina, Solán de Cabras, etc… que distribuye en exclusiva varias cervezas internacionales, así como el café Marcilla y el colorante Natreen, participando en la construcción de nuevos establecimientos de hostelería y en la implantación y difusión de nuevas tecnologías en la compañía. Cuenta con 8 fábricas en toda España, y recientemente ha comprado el 50% de otra en India. Distribuye sus productos en medio centenar de países. Y -hace escasas fechas- ha adquirido el inmueble que ocupaban sus oficinas (alquiladas) en la madrileña calle Titán (Méndez Álvaro).
Por eso, la historia continúa, y desde estas páginas -queridos lectores- os animo a estar pendientes de esta obra: “125 de Mahou: historia de una dinastía cervecera”, donde gracias a este trabajo de investigación, la compañía os reportará importantes sorpresas; y -lo que es más importante- conoceréis a una sensacional familia de industriales que ha contribuido con su visión de futuro, trabajo y dedicación a engrandecer nuestro país.
A diferencia de otras entidades -principalmente públicas- hablar de Mahou abre muchas puertas. Una vez más, muchas gracias a mi amigo (y ya exjefe) José Antonio Herraiz y a Mahou-San Miguel. Es la segunda vez que me involucro con vosotros, y ambos proyectos, han significado lo mejor de mi trayectoria profesional. Vuestra ayuda -privada y ajena a esas administraciones, donde he desarrollado prácticamente toda mi vida laboral y he sido permanentemente ignorado- ha sido crucial para convertir estos sueños en exitosas realidades. Aún queda mucha historia por rescatar, y estoy seguro que -en el futuro- sumaré nuevos hallazgos y proyectos. Al menos, ese es mi reto personal y compromiso ético, y reúno las mejores condiciones y conocimientos para ello.
Para celebrar mi cariño por Mahou, recientemente organicé una visita con 45 compañeros y amigos -empleados en diversas administraciones, periodistas, profesores, etc…- quienes conocieron “in situ” un fragmento de la cervecera en Alovera. En ella, pude constatar la inclusión de mis aportes en videos y relatos sobre la fábrica. Regresaron pletóricos con lo que vieron y las explicaciones que recibieron, reflexionando sobre toda clase de futuros proyectos de cooperación. Ideas fantásticas, en las que intentaré estar presente, para mediar y servir de puente entre instituciones.
Ha sido un honor trabajar con vosotros y un placer inmenso recuperar esta memoria histórica, que tanto familia como trabajadores y amigos merecen conocer. Sencillamente, porque es ¡francamente fantástica y ejemplar! y muy apta y recomendable para todos los públicos.