Juan Bartolomé: Memoria viva de tres décadas de ayuda humanitaria en grandes catástrofes (II)
Tres décadas de Ayuda Humanitaria y Cooperación al Desarrollo, son prácticamente toda una vida. Con motivo de su jubilación , la AECID le rindió un emotivo homenaje. Tres años después el doctor Bartolomé continúa siendo uno de nuestros máximos referentes humanos en ayuda al desarrollo. Junto a la ONG Cooperación Médica Canaria ha participado en campañas en Mauritania, Marruecos, Camerún, Cabo Verde, etc…
Muy pocas personas pueden relatar de primera mano tantos conflictos y tragedias internacionales como el doctor Juan Bartolomé: un médico cuya labor solidaria ha constituido una de las máximas referencias en la respuesta española a las más duras situaciones de emergencia.
Muchos son los que se enorgullecen -nos enorgullecemos- con su amistad, considerandole un «injubilable» rebelde con causa. Un personaje de primera línea “incombustible” a la hora de proporcionar un apice de vida entre los ma´s desfavorecidos del planeta.
Sobre el terreno con las más desfavorecidos en un sinfín de países
Médico, pragmático, socarrón y crítico, contestatario y rebelde con causa que jamás ha dudado en hacer y decir lo que ha querido a quien ha querido. Un intelectual cuyas sólidas convicciones le han permitido ganarse el respeto, cariño y admiración de unos y otros fuere cual fuere su color político. En su calidad de Jefe del Servicio de Ayuda Humanitaria y Emergencias de la AECI, el doctor Bartolomé ha sido -sin duda- el mejor referente de la Cooperación Española. Ha viajado por todo el mundo y conocido en primera línea el dolor y la tragedia de quienes no tienen nada o lo han perdido todo; coordinando sobre el terreno multitud de campañas humanitarias.
Valgan como ejemplo las intervenciones en la región de los Grandes Lagos (tras la crisis provocada por el genocidio en Ruanda), en Bam (Irán) debido al fuerte temblor de tierra que destrozó ciudades enteras y que dejó tras de sí decenas de miles de muertos, y en las regiones de Cachemira (Pakistán), Alhucemas (Marruecos) y Boumerdais (Argelia), por los sucesivos terremotos que asolaron a sus poblaciones. Nicaragua, Haití, Venezuela, República Dominicana y otros países de América Latina que sufrieron terribles inundaciones y el efecto de multitud de huracanes, forman también parte de la extensa lista de lugares en los que ha trabajado; una lista a la que también debemos añadir su trabajo en la coordinación de la atención médica española en Tailandia, Sumatra e Indonesia a los afectados por el maremoto del Sudeste Asiático.
Una vitalidad y energía, la de este hombre, que según relatan algunos de sus acompañantes “más jóvenes” les ha dejado en evidencia en bastantes ocasiones: “Estábamos agotados y él -siendo el jefe- seguía trabajando como si el cansancio fuera ajeno a su persona. Además, se negaba a pernoctar en embajadas y legaciones diplomáticas. Decía que su trabajo estaba en los campamentos, sobre el terreno, con las víctimas, y allí se quedaba”.
Pionero y creador de iniciativas internacionales en la marina española: auténtica esperanza del mar
Oriundo de la Sierra de la Demanda (provincia de Burgos), Juan Bartolomé había recorrido ya medio mundo trabajando en otras áreas, antes de dedicarse plenamente a la cooperación internacional y en especial a la acción humanitaria.
Minero, empleado en la construcción de una presa e incluso pescador durante el transcurso de algunas campañas en África, el doctor Bartolomé llegó a ser el médico de la primera expedición científica española a la Antártida. Dentro del campo de la medicina -el suyo por definición- sus destinos profesionales van desde el Instituto Social de la Marina, hasta médico de a bordo de varias compañías navieras españolas; donde su impecable formación, convicción y trasgresión tampoco pasaron desapercibidas.
Tras una vida muy relacionada con el mar, donde tras más de cuatro años de trabajo, en mayo de 1979 dio a luz el Centro Radio Médico Español que muy pronto se consolidó como una de las iniciativas mejores y más internacionales de la marina española, participando en salvamentos marítimos desde el buque “Esperanza del Mar”, insignia de la Armada Española.
Tras este periplo, Juan volvió a sus orígenes en tierra firme. Esta vez como profesor de la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo en la Universidad Complutense de Madrid, tras lo cual, accedió a su primer cargo oficial dentro del Instituto de Cooperación al Desarrollo como Coordinador Sanitario de la cooperación española en Guinea Ecuatorial.
Cooperación en los países más pobres y también en el más rico del mundo
De toda su trayectoria Juan destaca dos acciones teóricamente opuestas, por sus características especiales: “los Grandes Lagos por la magnitud de la tragedia y el huracán Katrina porque ni en sueños me podía imaginar el realizar una acción humanitaria al país más rico del mundo”.
Y quizá tampoco -según supo el autor de Voces del Desierto por otros cauces- la forma en que en New Orleáns (EEUU) fue recibida nuestra cooperación, prácticamente con un “dejen los paquetes que sea ahí, y váyanse”. Una arrogancia propia de quienes siempre han sido donantes y jamás imaginaron que los avatares del destino golpearían sus propias fronteras.
Entre sus fotos más dolorosas -que no incluyó entre su retrospectiva- está la destruida fortaleza de Bam: “Se me saltaban las lágrimas. Para mí fue algo especial porque en el año 1999 tuve la oportunidad de visitar esta ciudad y es de imaginar, cuatro años después, con lo que me encontré”.
Incombustible cooperante en Mauritania, Marruecos, Cabo Verde, Camerún…
Como relataba en Junio de 2007 a una revista de emergencias: “tengo muchos terrenos en los que seguir haciendo cosas. De hecho, apenas he parado en el último año. Por ejemplo, colaboro desde hace tiempo con una ONG, Cooperación Médica Canaria, donde hemos desarrollado trabajos de cirugía oftalmológica”.
Y es que su primera campaña africana en los Grandes Lagos (Uganda, Rwuanda, Zaire, Tanzania, y su posterior “Ruta de la Luz” en Mauritania, una misión oftalmológica, desarrollada en tres fases (octubre de 1995, noviembre de 1997 y octubre de 2000) junto al periodista Pedro Fusté -coordinador general y jefe de la misión- le dejó una profunda e imborrable huella.
“Esta organización ha transformado un camión todo terreno –explicaba Bartolomé- en un quirófano móvil que vamos a utilizar durante algún tiempo para campañas oftalmológicas en Mauritania. Yo lo he bajado desde Burgos con otras dos personas. Un viaje fantástico. Recorrí casi toda España y Marruecos, y aproveché en Villa Cisneros para entablar conversaciones con las autoridades, porque queremos hacer una campaña de cirugía oftalmológica también allí. En Nouackchott pusimos por primera vez el camión en marcha, para probar sus instalaciones”.
“Después he estado con un catedrático de biología de la Universidad Complutense y con un ecólogo de la Universidad de La Laguna tres meses en el desierto mauritano, porque su gobierno nos encargó que le preparásemos documentación sobre sus humedales en el desierto para presentarla a un convenio internacional sobre protección de éstos. De paso, he tenido la oportunidad de conocer varias estaciones con pinturas rupestres, que es algo que también me ha gustado siempre”.
“También queremos hacer una nueva campaña oftalmológica en Cabo Verde (ya hicimos una) y después seguramente viajaré a Camerún, porque contamos con una financiación de empresas para montar un centro de especialidades médicas en un país africano”.
Suma y sigue… ¿Quién puede creerse su “jubilación”? Así es Juan Bartolomé: una persona fascinante y un auténtico tesoro de la mejor cooperación española. ¡Gracias Juan. Con toda el alma!. ¡La tuya si que ha sido y sigue siendo una sensacional, implacable y clamorosa voz en el desierto!.