Voces del Desierto

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Palabras sobre Hilario Martínez y Covadonga Morales: Estoy con vosotros


Hace ya muchos años conocí a un par de tipos tan estrafalarios como excepcionales. Eran unos farmacéuticos atípicos. No era precisamente la clientela socialmente considerada más selecta la que pasaba por su establecimiento. Habían sido víctimas de robos (e incluso de violencia) pero seguían adelante. Dispensaban fármacos y tras su mostrador siempre había toxicómanos y familias de éstos. Y allí estaban Hilario y Covadonga o Covadonga e Hilario (tanto monta, monta tanto) intentando ayudarles. Muchos habían atracado, delinquido para procurarse las sustancias a que estaban enganchados. Otros salían de la cárcel, sin meta alguna, y siempre arribaban en esa esquina del barrio de Usera -mi barrio- donde además de fármacos y ayuda, les dispensaban píldoras de esperanza. No era fácil su compromiso social. Si alguien conoce de primera mano el verdadero significado de la palabra SOLIDARIDAD son sin duda HILARIO MARTINEZ NEBREDA y COVADONGA MORALES VEGA.

Una farmacia llena de poesía y esperanza

Recuerdo que frente a mi casa surgió, un pequeño equipo de rehabilitación de toxicómanos USERA 2 que “traficaba” con un fármaco muy novedoso que se administraba por vía oral, llamado Naltrexona. En nuestro país sólo lo tenían en fase experimental en el Hospital Carlos III, y era difícil conseguirlo. Así que organizaban expediciones clandestinas a Francia para proveerse al máximo de esa sustancia que pudiera sacar a la mayor cantidad de estos enfermos del infierno de la droga. Para ellos representaba “la esperanza”, prácticamente su única esperanza de vida. Y tras ellos estaban -no podía ser menos- la licenciada Covadonga Morales y el menos licenciado y más poeta Hilario Martínez. Realmente eran distintos. Su establecimiento no era nada normal. A veces el “mono” alteraba a alguno de sus visitantes, pero a Hilario y Covadonga siempre los respetaban.

Luego conocí algo de una historia personalmente dura de Covadonga, y otra historia de altruismo de Hilario -quien siempre irrumpía de la trastienda- donde estaba más pendiente de sus poemas que de las facturas de Cofares. Y luego, les instalaron un ordenador (sin antivirus) y estaban simultáneamente conectados al listado de fármacos que dispensaban (o las peticiones que los clientes les requeríamos) y al programa world en el que Hilario blandía permanentes batallas con la poesía. Y Covadonga al otro lado de la mesa, con estantes repletos de libros de Campoamor (pariente suyo) y otros poetas, y dónde también había -menos- algún tratado de farmacia. Gracias a Hilario conocí el Tartarín de Tarascon del francés Alphonse Daudet. Un día descubrí que Covadonga también escribía poemas, y que tras esa complicidad profesional, había otra más personal, y una desmesurada rivalidad poética.

Covadonga representaba lo divino e Hilario lo humano. Lo advertí primero en el “Almanaque de piedra” de Hilario más “quevediano”, y después en “Oraciones de Bolsillo” y “Parpadeo” de Covadonga -a mi juicio- más “gongorino”. Unos libros estos últimos, donde no faltaron sendos poemas para mí, como en este tercero -“el latir de los dedos- que hoy presentamos. Eran dos personajes pintorescos, curiosos e incluso ruptúristas. Se salían de lo común. En esencia, me gustaban. Por eso, desde mucho antes, empecé a estar con ellos. Ir a la farmacia suponía regresar bombardeado de poemas. A veces pensaba que hasta era bueno estar malo, porque suponía el pretexto para encontrarme con estos dos poetas,  quienes disfrutaban más de sus creaciones, que de la expendeduría de medicamentos y remedios farmacéuticos. Su trastienda era una fábrica de poemas. Y por eso me alinee con ellos.

Representaban en cierto modo mi filosofía romántica del “trata a los demás como desearías que te tratasen a ti”. Estuve con ellos, e incluso los visité varias veces en la tertulia de los versos pintados (de la que son habidos participantes). Hoy sigo estando con ellos. Dice la sabiduría popular que “dónde las dan, las toman”. Por eso, hace unos meses, subyugado por las granadas poéticas que Covadonga me ha dedicado (TRES LIBROS Y EN CADA UNO UN POEMA DEDICADO A MÍ), me he visto obligado – tras muchos años- casi forzado (prácticamente violentado) a responder, profanando los ecos de la poesía, para deciros humildemente a vuestra manera -Covadonga e Hilario- que “estoy con vosotros”.

ESTOY CON VOSOTROS

Estoy con vosotros galpones de la noche
porque transmitís cariño con palabras.

Estoy con vosotros Hilario y Covadonga,
porque cuando faltan tratamientos médicos
paliáis el dolor con poesía.

Estoy con vosotros porque ilustráis el mundo
con metáforas.

Estoy con vosotros porque somos amigos
¡porqué nos merecemos!
porque, desde nuestra imaginación
pintamos el mundo con versos
mostrándolo como nos gustaría que fuera.

Estoy con vosotros, porque estamos con ellos:
los enfermos, los pobres, los marginados, los débiles.

Estoy con vosotros porque estamos con quienes nos necesitan.

Estoy con vosotros porque -como yo- preferís quedaros sin nada
a cambio de una sonrisa.

Estoy con vosotros porque creo en la humanidad
y también en la gente como vosotros.

Estoy con vosotros porque sois antagónicos,
pero complementarios.

Estoy con vosotros porque os he visto ir más allá de la solidaridad
y porque transmitís amor.

Estoy con vosotros porque me gusta la gente como vosotros
y porque en el implacable ruedo de la poesía os flageláis con hipérboles.

Sois los más feroces rivales, pero: ¡os amáis!.

Estoy con vosotros porque con el consuelo de vuestro regazo poético
he visto marchar a mucha gente al país de nunca jamás.

Estoy con vosotros porque con vuestra farmacopea me habéis ayudado a vivir
y una parte de mi os pertenece.

Al margen de ideologías y credos, estoy con vosotros
porque vosotros estáis dentro de mí y de quienes amáis

Estoy con vosotros libre y en pleno uso de mis facultades
mentales, porque siempre me alineé con los poetas.

Estoy con Hilario porque representa la fuerza de lo humano,
la picardía y la lengua romance.

Pero estoy también contigo Covadonga, porque eres la loba
que se blande contra la adversidad de sus cachorros.

Eres el alma, el sacrificio y la expresión nostálgica
de lo divino.

HILARIO MARTINEZ NEBREDA Y COVADONGA MORALES VEGA

Simple y llanamente

¡ESTOY CON VOSOTROS!

Javier-Julio García Miravete


Javier Julio García Miravete

Escribo luego existo. Me apasiona la cultura y soy un empedernido luchador contra la injusticia y la corrupción. Admiro la sabiduría de los demás y a cuantos crean para la construcción de un mundo mejor. No me duelen prendas para reconocer en los demás méritos y virtudes, que me gustaría aprender de ellos. Soy un rebelde con causa siempre abierto a nuevos caminos y empresas. Periodista amante de la ciencia, el arte, la literatura, la fotografía, el cine, la música, el coleccionismo, los libros y papeles antiguos que me permiten reconstruir perfiles e historias de otros tiempos. Sueño con proyectos magníficos que me desbordan y que no logro activar por desintereses políticos. Desde aquí impongo mis normas sin someterme a protocolos. Escribo lo que quiero como quiero e intento ser libre.

Un comentario en «Palabras sobre Hilario Martínez y Covadonga Morales: Estoy con vosotros»

  • HILARIO, con mayúsculas, gran hombre, persona, si hay un Dios en la tierra ese es Hilario, enterado hoy de la triste noticia de su fallecimiento, quiero decir que se fue uno de los grandes, como poeta pero sobre todo como persona.
    Hacía muchos años que no lo veía, pero las noticias que me llegaban de él, eran que cada día se hacía mejor persona, por eso su fallecimiento deja en mí un vació que hasta que no esté algún día a su lado no se va a llenar.
    D.E.P. Hilario, te mereces todo lo mejor.

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